12.1. Del esclavismo al racismo

La segunda mitad del s. XVIII se caracteriza por un gran auge en el comercio de esclavos. Según el historiador británico Eric Hobsbawm la cifra de esclavos negros transportados a América sería de un millón en el s. XVI, tres millones en el s. XVII y durante el s. XVIII llegaría a los 7 millones, lo que permitió una enorme acumulación de capital de cara al desarrollo del capitalismo europeo durante la Revolución Industrial.
El número total de personas esclavizadas procedentes de África varía, según distintas estimaciones entre los 10 y los 28 millones de personas. Hasta 1850, al menos 13 millones de negros fueron a parar a las colonias de América, especialmente Norteamérica y el Caribe. Según el investigador Enrique Peregalli, a estas cifras habría que añadir un 25% de muertos durante las capturas y otro 25% durante el viaje por el Atlántico. También se calcula que unos 17 millones fueron vendidos en el Índico, Oriente Medio y el norte de África.
Los principales países implicados en este comercio fueron:
- Estados Unidos: 1.775.000 en el norte y 3.950.000 en las colonias del sur. En total 5.725.000
- Portugal /Brasil: 4.650.000
- Gran Bretaña: 2.600.000
- España: 1.600.000
- Francia: 1.250.000
- Países Bajos: 500.000
- Dinamarca: 50.000
El modo de comerciar en Africa era distinto dependiendo de una potencia a otra. Los ingleses no tenían enclaves fijos en Africa y recorrían amplios tramos de costa buscando esclavos. Los franceses cogían sus esclavos principalmente de Senegambia y el Congo. Los holandeses y portugueses, más organizados y metódicos en este tema, lo hacían en torno a factorías establecidas, y solo en el caso de los portugueses se crearon incluso centros urbanos importantes, como los que aun persisten en la costa congoangoleña (Luanda, Benguela, Cabinda)
Los flujos del comercio colonial dibujaban un triángulo entre las colonias americanas, los grandes puertos europeos, sobre todo Londres en Gran Bretaña y Ámsterdam en Holanda, y las costas occidentales de África. Los barcos europeos se detenían en el golfo de Guinea para cargar esclavos que eran llevados hacinados en los barcos hasta las costas americanas, especialmente en las plantaciones de café, azúcar de América Central y del Sur, o del algodón y tabaco en América del Norte. Estas materias primas eran cargadas en los barcos con destino Europa donde eran vendidas produciendo enormes ganancias a los comerciantes. Los beneficios obtenidos del comercio son invertidos en la construcción de fábricas textiles. Los tejidos producidos en estos por los obreros, junto con armas son cargados en los barcos que parten hacia África donde son cambiados por esclavos cerrando así el triángulo comercial.

El centro de todo el negocio de esclavos en América lo constituyó la isla de Jamaica, un núcleo donde piratas y comerciantes se lucraron durante casi dos siglos del comercio de seres humanos.
Jamaica fue conquistada en 1655 a los españoles por una flota inglesa a las órdenes de William Penn. Los más de 5.000 soldados desembarcados en el puerto de Kingston se enfrentaron durante tres años a las fuerzas españolas. Aproximadamente unas 3.000 personas eran las que habitaban por entonces la isla.
En 1670 se realiza la transferencia a Inglaterra según el Tratado de Madrid. Durante el siglo XVII empezaron a llegar inmigrantes ingleses para trabajar en la producción de azúcar y cacao y otras especies agrícolas y forestales. Pero pronto esta mano de obra empezó a ser sustituida por esclavos negros que eran importados a gran escala del continente africano. Jamaica se convirtió de esta manera en la base de todo el contrabando de esclavos negros hacia las colonias españolas y francesas de las Antillas, en un tráfico que era explotado por ingleses como John Hawinks, Sir Francis Drake y Sir Walter Raleigh. Las compañías British South Sea Company y la The Royal African Company tuvieron el monopolio de este mercado humano.
En los 200 años de dominio inglés en Jamaica se llegaron a producir unas 77.000 toneladas al año de azúcar, es por esto que fuera considerada como una de “las joyas de la corona inglesa”. El comercio con Jamaica y el resto del Caribe Inglés seguía el patrón triangular entre Inglaterra (bienes fabricados), África (esclavos) y el Caribe (azúcar).
La dependencia de este sistema económico en la esclavitud hizo que la población de afroamericanos en la isla fuera unas 20 veces la que había de blancos. Varias revueltas de los esclavos negros en 1760 y 1795 fueron aplastadas con sangre y fuego. Fue en esos años que Edward Long, dueño de plantaciones, escribe su Historia de Jamaica (1774), en la que defiende la inferioridad mental y moral de los negros.
La esclavitud fue abolida finalmente el 1 de agosto de 1838. Unos 310.000 de esclavos negros fueron liberados, no sin antes pagar a los propietarios 30 millones de dólares en concepto de indemnización.

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