13.4. Nietzsche y la muerte del dios semítico

A finales del siglo XIX, Friedrich Nietzche propuso su teoría del superhombre. Un ser superior que se encuentra por encima de la moralidad y que sirvió para afianzar los conceptos sobre el ideal germano.
En su Genealogía de la moral, Nietzsche define al hombre bueno como aquel que posee un rango superior o aristocrático. En cambio el hombre malo es el plebeyo, vulgar y bajo. Según este filósofo, estos conceptos habrían sido tergiversados por las clases sacerdotales judías a lo largo de la historia.
Para él, Jesucristo es el portador de esta nueva moral que da la victoria a los pobres y enfermos, en definitiva a los desfavorecidos de la sociedad, en vez de dársela a los héroes sanos, fuertes y superiores.
Nietzsche se convierte en el profeta del superhombre. Un superhombre que ha de reemplazar el puesto que la religión otorga a Dios y que representaría los valores de la vida, entendida como el “sentido de la Tierra”. Este nuevo hombre adoptaría los valores vitales de crueldad, brutalidad, falta de compasión… que se contraponen a los valores cristianos de caridad entendida como amor al hermano. Pero para que este superhombre nazca es precisa “la muerte de Dios”. Un Dios judeo-cristiano que pone al mismo nivel a todos los hombres al considerarlos como hermanos.
El filósofo alemán expresa este rechazo a la religión cristiana con las siguientes palabras:

“Que uno hace bien en ponerse los guantes cuando lee el Nuevo Testamento. La proximidad de tanta mugre casi obliga a hacerlo. De la misma manera que lo elegiríamos como amigos a unos judíos polacos, tampoco elegiríamos a unos primeros cristianos”. Nietzsche.

Para Nietzsche existen tres castas: la de los inteligentes, la de los fuertes y la de los mediocres. El remedio consiste en la crueldad placentera descargada sobre los débiles, llegando incluso a la exterminación de los desarraigados y débiles, representados principalmente por los judíos.

“Hay hombres inferiores y hombres superiores, el superhombre pertenece a este segundo grupo. Los débiles y malogrados deben perecer… y además se debe ayudarles a perecer. Este es el artículo primero de nuestro amor a los hombres” Nietzsche. El anticristo.

En “El ocaso de los ídolos” el antisemitismo es expresado de manera más acentuada adquiriendo tonos de biología racial:

“El cristianismo, que es de raíz judía y sólo puede entenderse como planta de este suelo, representa el movimiento contrario a toda moral del cultivo, de la raza, del privilegio; es la religión antiaria por excelencia” Nietzsche.

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